COCCO: SUS PALABRAS

ETERNAS PALABRAS

No podríamos negarnos a reconocer la pasión que reservamos por el arte visual; particularmente, por la plástica y las esculturas de los artistas nacionales, verdaderos genios de la imaginación; que utilizan sus manos con la precisión y con los colores de instintos supremos y de percepciones asombrosas.

Ciertamente, el arte despierta preferencias. Al fin y al cabo, no es más que expresión pura de sentimientos. Aun en los casos en que se aleje de la pureza del alma, el artista nacional, como los creadores universales, esboza generalmente sus circunstancias, o las de su entorno, con expresiones propias.

Desde Luis Desangles o antes, pasando por Leopoldo Navarro, por García Godoy, Yoryi Morel, Vela Zanetti, Arturo Grullón, Jaime Colson. Y desde Guillo Pérez, Iván Tovar, Ramón Oviedo, Cándido Bidó, pasando por Rincón Mora, Alberto Ulloa, Peña Defilló, Soucy, Osorio, o después.

Es tan rico el país en las artes pictóricas, en las esculturas, que no tenemos ninguna duda acerca del espacio privilegiado que tiene ya en la historia continental y mundial, con identidad propia.

Vamos a reconocer, también, nuestro interés particular por crear un ambiente diferente. Para que allá de pregonar por un necesario cambio de mentalidad en lo que tiene que ver con el quehacer público, se obtenga de Aduanas un primer ejemplo de la realidad que queremos crear para el pueblo. Para que se valore la institución bajo un nuevo paradigma; y para que la sociedad dominicana en su conjunto haga de éste un modelo de exigencia para todos los estamentos que le sirven.

De manera tal que, si se une nuestro apasionamiento por estas artes con el interés manifiesto, se podrá comprender entonces que las posibilidades han surgido con el empuje que solo puede ser el fruto de la determinación con que nos lo hemos propuesto. Sin detenernos en las cotidianidades y en las barreras obsoletas que ha impuesto tradicionalmente el ejercicio público. Muy a sabiendas de que es también eso lo que hay que romper.

Sin ningún atisbo de duda, tenemos que decir que Aduanas ha sido transformada en su aspecto físico. Que, a sabiendas, se ha constituido como un espacio, como una oportunidad para que brille el esplendor creador del artista nacional, y que exista allí un lugar de reconocimiento permanente, más allá del valor pecuniario que de hecho tiene cada obra exhibida.

Este gran esfuerzo, que se desarrolla con recursos generados por la propia aduana, encaja también en el interés manifiesto de elevar el orgullo de pertenencia en una entidad matizada por un historial ominoso y oscuro.

Ahora, piso por piso, oficina por oficina, se establece la diferencia fundamental entre Aduanas del pasado y de hoy.

Aunque, a simple vista, parezcan distantes los propósitos, de lo que se trata es de que, en las esculturas y en las pinturas que exhibimos y que adornan el entorno, quienes nos visiten y quienes laboramos dentro, reconozcamos, de entrada, que se busca romper para siempre con el pasado y con la cultura ancestral del desprecio a lo bien hecho y a las buenas costumbres.

Que se advierta que no sólo se trata de asegurar el cobro eficiente y exacto de los impuestos, sino de que se debe asegurar el cambio de mentalidad en todos los órdenes a la hora de gestionar en el servicio aduanero dominicano.

No consideramos lo hecho en esta materia como una tarea concluida. Más bien aspiramos a que este punto de partida sea preservado, acrecentado si se quiere con el tiempo, con el mismo compromiso que proviene del arte puro que se despoja o que se genera con las fortalezas y con las debilidades humanas. Pero que obtiene de ambas condiciones, lo mejor para todos.

Así como cada obra ha sido puntualmente clasificada, registrada, estamos convencidos de que su valor actual será sólo una referencia a la hora de establecer su significado posterior en todos los órdenes y que, por lo tanto, se nos llama también a asegurar el cuidado de cada parte y del conjunto.

Es por lo anterior que debemos destacar, finalmente, la gran labor que ha venido desarrollando el Patronato que se ha creado para garantizar su permanencia y la integridad del estimulante y valioso acervo cultural del que se ha provisto Aduanas en esta especie de museo.

De tal modo, que descansa en esos buenos dominicanos, excelentes filántropos, que habrán de superarnos en permanencia en esta entidad del Estado dominicano; por cuanto poseen reconocimiento público, capacidades, niveles humanos y profesionales, que los distinguen más allá de las banderías políticas, la responsabilidad inmensa de asegurar para esta y las futuras generaciones este esfuerzo que nos enorgullece hoy, tanto como lo hemos hecho y entendido ser parte de una responsabilidad que nos hemos impuesto al tenor de velar por lo que creemos son los mejores intereses de la sociedad dominicana.

Miguel Cocco Guerrero (1946-2009)
Director General de Aduanas de la República Dominicana y Creador de esta Pinacoteca
(1997-2000 / 2000-2009)